Siguen sin entender nada. El Portal de la Transparencia, que apenas deja ver al trasluz, como con desgana, es un buen ejemplo. Se sienten a salvo, convencidos de estar por encima del populacho y no comprenden que la política es servidumbre, igual que el periodismo. Una tarea cargada de deberes y sin apenas derechos.
Por eso siguen ocultando sus privilegios y sus apaños en una maraña de datos diseñada para ser inextricable, ocultos los unos sobre los otros, a menudo disimulados, las más de las veces escondidos en formatos incompatibles con el deber de informar. Todo para mostrarse a sí mismos lo que no son, verdaderos servidores públicos, en la vana esperanza de convencer a los ciudadanos, antes de las elecciones, de que han aprendido la lección.
Y en esa falta de compromiso con la verdad, esa dificultad casi genética del stablishment español a la hora de interiorizar la verdadera naturaleza del servicio público,está su verdadero talón de Aquiles.
No entienden nada. Y por eso se merecen el tsunami que se avecina.